viernes, abril 27, 2007

Lucho: no medís

Nota a Luciano Miguens en la revista de El Cronista, "Clase Ejecutiva". Nos habla desde su campo en Salto:
  • "En estos últimos años, trato de buscar el equilibrio y los viernes al mediodía venirme al campo. Es simplemente la vida que me gusta, es mi lugar. Y no tngo ningún problema en sailr con mi gente a hacer tareas cotidianas, como enfardar o manejar la hacienda".
  • (Recuerda viejos tiempos) "Por entonces, el trabajo rural era casi festivo, porque los campos se asociaban para ayudarse mutuamente, y todo terminaba con grandes asados, jineteadas, caravaneadas y pioladas donde se veían las destreceas del hombre a caballo, en el rodeo".
  • "(...) sería utópico imaginarse un discurso de inauguración de la exposición sin quejas ni reclamos".

7 comentarios:

Abuelo Económico dijo...

Esriba, el Cronista promocionó la revista durante toda la semana.

Salió mejor de lo que pensé ...

Nicolás Tereschuk (Escriba) dijo...

Sí, casi, casi que me da por mandar un mail y decirle. "Che, Luciano, te presto guita si necesitás".
Abrazo

Mariano T. dijo...

No son "pioladas" son pialadas, que no es lo mismo.

Nicolás Tereschuk (Escriba) dijo...

Juro que no es error de tipeo mío, estaba así en la nota. Por ahí, Miguens ya de chiquito se mandaba "pioladas".
Abrazo

Mariano T. dijo...

Pialar es enlazar a un animal de a pié.
Todos sabemos lo que es una "piolada", y no me parece que sea el fuerte de Miguens. Es más, creo que es bastante lento.
No entiendo mucho tu post, Es obvio que el personaje no te cae bien, pero no decís porqué. Con el post de Grobo te pasa lo mismo.

Nicolás Tereschuk (Escriba) dijo...

Lo dejo a criterio del lector. Difícil que me guste la Sociedad Rural Argentina, no tengo mucho en común con la institución. Grobo es más bien una incógnita. Me divirtió que hablara de "intereses ocultos".
Saludos

Anónimo dijo...

En las aperturas de la rural en la Belle Époque del Carlo, no registro muchos reclamos y quejas sino mas bien un cerrado aplauso cariñoso desde el palco con esas manos tan pertutidas y curtidas de tanto labrar la tierra.